Un día, un profesor muy conocido por su inteligencia, visitó a un maestro del Budismo Zen. El profesor quería aprender conocimiento del Zen de la mano de este Maestro, pero en cuanto el maestro le abrió la puerta, el profesor comenzó a hablarle de todo lo que él ya sabía.
El maestro escuchaba atento y el profesor no dejaba de hablar, intentando deslumbrar al maestro con sus ‘supuestos’ conocimientos.
– ¿Y si tomamos el té?- propuso el maestro zen.
– ¡Oh, sí! ¡Fantástico!- respondió el profesor.
Ambos se sentaron junto a una mesita. El maestro comenzó a llenar la taza del profesor y cuando estaba casi lleno, no paró, de forma que el té comenzó a salirse de la taza y a llenar el platito que tenía debajo.
– ¡Para!- gritó entonces el profesor- ¡La taza ya está llena y el té se desborda!
Entonces, el maestro dijo muy sereno:
– Igual que esta taza eres tú. ¿Cómo quieres que te enseñe Zen si estás lleno de ideas confusas y prejuicios? Primero tendrás que vaciarte de ellas.
P.S: No podemos aprender si creemos que ya lo sabemos todo. Antes debemos vaciarnos de prejuicios y conocimientos posiblemente erróneos. Igualmente, deberemos aproximarnos a quien nos enseña con humildad y apertura, para poder nutrirnos de su experiencia y conocimiento.